Seres fantásticos

“La gente cree en seres fantásticos y no saben que los tienen más cerca de lo que se imaginan. Blanquita es mi ser fantástico”. El otro día, Jessica me dijo esto y creo que es de las mayores verdades que había oído en mucho tiempo.

Y es que los seres fantásticos son comúnmente conocidos por ser entes que poseen un aspecto animal fantástico e inigualable. Cada uno de ellos, en teoría, se caracteriza por representar la supremacía, la pureza, el poder, la bondad, o incluso la destrucción o la resurrección. Sinceramente, esta definición no me puede cuadrar más con la de cualquiera de nuestrxs compañerxs de vida: animales únicos e inigualables, llenos de bondad y pureza pero, porqué no decirlo, con una gran capacidad para la destrucción de sofás y/o sillones varios.

Se dice que los seres fantásticos son enviados por los dioses para realizar una determinada tarea, que suele ser la de brindar protección a alguien. A día de hoy no conozco a ningún ser con el que me sienta más protegida y cuidada que con mis animales.

Cuando hablamos de seres fantásticos es fácil pensar en unicornios, dragones o centauros, en hadas, sirenas, brujas o en cualquier animal con unas características llamativas, diferentes, “exóticas”, llenos de color, con un halo de luz que los rodea… a mi parecer, para cada una de nosotras, nuestros animales son todo eso sin necesidad de esforzarse. A Mulán le faltan la mayor parte de sus dientes y su mancha barcina no es para nada simétrica; Gala, en cambio, está sorda y tiene una oreja caída, esas son sus características llamativas y únicas. Para mí están cubiertas de purpurina y deslumbran como si estuviesen llenas de magia (es más, creo que lo están), llenas de ese misticismo propio de una ninfa.

No, realmente no hace falta irse muy lejos para ver un ser fantástico, yo tengo dos cada día a mi lado llenas de brilli-brilli haciendo su magia bien cerca de mí.

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