Siempre aprendiendo, porque nunca es tarde, sobre todo si hablamos de aprender, de evolucionar, de mejorar.
No sé si alguna vez te ha pasado que miras atrás y te viene un recuerdo de algo que has hecho y a día de hoy ni se te habría pasado por la cabeza, que te acuerdas de un momento mal gestionado, una situación que has llevado más bien mal y hoy piensas: cómo he podido actuar así? hoy en día haría esto…
A mí sí, me ha pasado. No una ni dos veces, muchas más. Y cuando en el presente aparece una situación parecida y me veo actuando diferente, me felicito, porque sí, porque algo he aprendido.
A los animales les pasará lo mismo?? se felicitarán mentalmente cuando superan situaciones que antes les habrían afectado el doble?? Por si acaso, yo me encargo de felicitarlas.
Es alucinante ver cómo se superan diariamente, cómo de repente hacen algo que nunca habían hecho, y lo hacen como si nada, de forma natural, como si de repente ese gran salto, esa superación, la llevasen planeando un tiempo para hacerla y dejarnos con la boca abierta. Siempre aprendiendo. Siempre superándose.
Mulán entró con 8 años en nuestra familia. En esos 8 años ha habido pasotismo, maltrato, abandono, poco, muy poco cariño, trabajo, nada de juegos o cariño y de repente, ala, una casa, una familia, un hogar, una hermana perruna. Lleva poco más de 4 años en nuestra casa, 4 años de aprendizaje, de superación de miedos, de crecimiento pero, sobre todo, 4 años de enseñanza. De enseñarnos que, por muchos años que tengas puedes hacer algo que creías que no te llamaba la atención y descubrir que lo puedes disfrutar como una cachorrita, que puedes atreverte a hacer algo que antes de daba miedo y ver que: sorpresa! ya no!!
Atreverte a confiar. Sin duda es lo más importante que me ha enseñado Mulán es a confiar, pero con cautela, y no sólo a confiar en otras personas, sino en mí misma. Ella observa, desde lejos, se acerca despacio a las personas nuevas, y si superan su filtro, confía. Poquito a poco. Con respecto a ella, es alucinante verla superarse día a día, con sus 12 (casi 12+1) añazos, aprendiendo a confiar en sí misma, a verse libre, alejándose y volviendo, socializando, pidiendo, pero sobre todo, agradeciendo, como queriéndome decir: “ves, mamá? lo estoy consiguiendo, confiando en mí misma, tú también puedes hacerlo”. No hay día que no me pare a observarla un momento y que lo piense “cuánto aprendo contigo, pequeña”. Sigamos aprendiendo, siempre aprendiendo.
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Gris
Nunca dejo de aprender me fascina